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LA GUÍA DE BRUSELAS. 3

L'Îlot Sacré. Y la vida va...

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Las callejuelas que rodean la Grand Place son un universo de vida. No queda mucho de la ciudad medieval. Las bombas y el progreso se llevaron por delante las casas, pero su latido nunca se fue de aquí y hoy está más vivo que nunca. Éste es un pequeño recorrido por las sorprendentes calles de L'Îlot Sacré (El Islote Sagrado), por su vida, por sus historias y por sus maravillosas contradicciones.

Abandona la Grand Place por la pequeña Rue de la Colline, entre tiendas de recuerdos y fuentes de chocolate (no lo dudes, cae en la tentación: ¿un cucurucho de fresas frescas cubiertas de chocolate negro o una brochetas de fresas y plátano bañadas en chocolate caliente?...).

Bruselas
Galeries Saint Hubert

Al final de la calle te topas con la entrada a las Galeries Royales Saint Hubert. Fueron una de las primeras galerías comerciales cubiertas que hubo en Europa, y en ellas vas a vivir algunos de los "momentos memorables" de nuestra historia... Pero no entres en ellas todavía.

Ahora es el momento de recorrer la plaza del Mercado de las Hierbas (Place du Marché aux Herbes) que está justo a su lado, con sus edificios de diferentes estilos pero siempre de pequeña altura, como es norma en Bruselas. Sus habitantes quieren tener los pies cerca de la tierra, y las viviendas digamos "unifamiliares" siempre han sido el modelo. Estrechas, de pocos pisos, muchas veces con jardín por detrás. Tal vez por eso esta plaza siempre te acaba por dar una cierta idea de ciudad en miniatura.

Place Marché aux Herbes

A lo largo del día -y de la noche- la plaza es un continuo ir y venir, pero sin la precipitación que suele reinar en las calles del centro de las ciudades. Aquí hay un "tempo" un punto más reposado, que te invita a vivir la vida al ritmo de un café, una cerveza, un bocadillo, un helado, unas patatas fritas, un gofre... o un pasodoble tocado por unos músicos callejeros húngaros... que de todo eso hay -o puede haber- en esta plaza.

Place Marché aux Herbes
Bruselas

Ya que estás aquí, puedes hacer un paréntesis y permitirte la curiosidad de echar una mirada a la vecina y casi surrealista Plaza de España, con sus esculturas de Don Quijote y Sancho Panza... en algo así como una de tierra de nadie. Una especie de no-plaza que parece estar esperando a que alguien por fin se le ocurra cómo ordenar este espacio urbano, y que ilustra como pocas la difícil relación que tuvo en ocasiones el siglo XX con el urbanismo...

Enfrente de ellos, cerrando la plaza y, por alguna extraña razón, casi invisible a los ojos de los visitantes, la escultura del músico húngaro Bela Bartok... como pidiendo disculpas por molestar... eso sí, con una "puesta en escena" mucho más evocadora...

Bruselas

Viaje al corazón

Bien, cerrado el paréntesis, deja ahora que la corriente de la vida te lleve hasta el corazón de este pequeño barrio, una de las calles más singulares de Bruselas, que es, en sí misma, un auténtico universo, La Rue des Bouchers (y su hermana pequeña, la Petite Rue des Bouchers).

Estrecha, sinuosa, absolutamente repleta de restaurantes para turistas, con sus terrazas imposibles, siempre listas incluso los días de fuerte nevada, o con sus mesas en el interior, acogedoras, junto al fuego, también en los días de pleno verano.

Rue des Bouchers, Bruselas
Imagen Rue des Bouchers,Bruselas

Siempre me ha parecido que la desmedida oferta de restaurantes, sus luces, su color, sus ofertas de paella y tanta gente serpenteando por estas estrechas callejuelas es un totum-revolutum tan deliciosamente kirtch que es como la sangre que corre por las venas que dan vida al corazón mismo de la ciudad. Fascinante, contradictorio y, por lo tanto, vivo.

Aunque te parezca imposible, de la Petite Rue des Bouchers sale una calle aún más estrecha. Un "impasse", como dicen por aquí, un callejón que te lleva hasta el teatro de marionetas del Toone. Entres o no al teatro (o al café que tiene al lado), demuestra tus dotes de observador y trata de encontrar la entrada a la calle entre restaurante y restaurante.

Estas calles no siempre estuvieron llenas de restaurantes ni estuvieron tan aseadas. Pero siglo tras siglo sí estuvieron llenas de vida.

Sabor a Jacques Brel

Hace unos cincuenta años éste era el reino de los pequeños cafés-concierto. Y precisamentre en uno de ellos, justo enfrente de la salida del "impasse", fue donde se dio a conocer uno de los grandes mitos locales de la música: el cantautor Jacques Brel (sí... Jacques Brel era de Bruselas).

En el primer piso de lo que fue el número 30 de la calle estaba el club de jazz La Rose Noire (La Rosa Negra), donde consiguió sus primeros éxitos ante un auditorio que no llegaba a 20 personas... Luego, un disco y el éxito en Francia... y en el mundo. Los 60 aún estaban por llegar...

Años más tarde el local cerró, pero sus paredes aún continúan vivas, porque se usó para ampliar el vecino restaurante Aux Armes de Bruxelles (con mucho, el mejor de la zona). Desde entonces han pasado ya 60 años pero la voz y el estilo de Brel todavía continúan vivos. ¿Te "atreves" a comprobarlo? Venga, recupera su "Ne me quitte pas" en una memorable actuación de TV, pura "chanson", en blanco y negro (por supuesto) con un primer plano, único, de más de cuatro minutos. Lo dicho, memorable... otros tiempos... ¿o no...?

Obligado: el Delirium Tremens

Bien, pasamos página, porque es el momento de que te dejes caer por un lugar absolutamente obligado: el Impasse de la Fidelité, otro callejón donde lleva años reinando una de las cervecerías clásicas de la ciudad: el Delirium Tremens, con sus más de 2.000 variedades de cervezas, varios pisos, más de 20 grifos y copas de todos los tamaños. También elaboran una cerveza propia (obviamente, la Delirium Tremens) que hace unos años fue elegida la mejor cerveza del mundo.

Bruselas
Delirium Tremens, Bruselas

El local ha tenido tanto éxito que ha convertido el Impasse en el "Delirium Village", con siete bares, cada uno con una especialidad distinta (cerveza, tequila, absenta...), y un servicio que es casi 24 horas. El primero en abrir (el Delirium Café) lo hace a las diez de la mañana... y los últimos en cerrar no lo hacen antes de las las seis de la madrugada...

Justo enfrente de su puerta tienes, en un nicho en la pared y bien enjaulada, la Janneken Pis, la "niña meona", contrarréplica más o menos actual del clásico Manneken Pis, el mítico "niño meón" que acabaremos viendo en algún otro momento.

El otro universo de las Galerías

Si la Rue des Bouchers es un universo, las Galerías Royales Saint Hubert no se quedan atrás. Eso sí, son otro universo. Y, ahora sí, es el momento de que entres en ellas, y lo vas a hacer por una entrada lateral, al final de esta misma calle. No vas a entrar por el lugar más noble, pero ya tendrás la ocasión de salir por él

Se podría decir que Las Galerías son una calle cubierta. Y es verdad. Aunque tal vez la descripción se le queda corta y había que hablar mejor de que son "un mundo cubierto". Porque aquí ocurrieron muchas, muchas cosas.

Galeries Saint Hubert

En su momento fueron las galerías cubiertas más grandes y lujosas de Europa. Pero siempre fueron mucho más. Nunca fueron un mero lugar de paso. Siempre han sido un pequeño microcosmos, una ciudad dentro de la ciudad, con sus comercios elegantes, sus teatros, sus restaurantes, sus cafés, sus intrigas, sus pasiones... y sus maravillosas tiendas de chocolate.

La parte que está a tu derecha (dirección a la Grand Place) se llama la Galería de la Reina; la de tu izquierda, la Galería del Rey, y avanzando un poco por la Galería del Rey, saliendo como un apéndice en uno de los lados, la más discreta Galería del Príncipe.

A la Mort Subite

Recorre la Galería del Rey hasta el final y asoma la nariz por la calle que te encuentras. Fíjate en el local que hay enfrente.

Es otro de los templos de la cerveza belga. A la Morte Subite (sí... La Muerte Súbita !!). Una brasserie donde siguen elaborando unas de las cervezas más conocidas de Bruselas y un viejo café que es toda una institución.

Prueba una de sus cervezas clásicas o "atrévete" con una "lambic", una "cerveza" suave de guindas, de color rojo y tan absolutamente dulce que, si no fuera por la espuma te resultaría difícil pensar que estás ante una cerveza.

Luego vuelve sobre tus pasos, entra de nuevo en las Galerías y recórrelas, ahora sí, de un extremo al otro para salir por su entrada principal, aquélla que viste justo al inicio del capítulo.

Presta atención a los comercios. Todavía puedes entrar en la chocolatería Neuhaus, en la Galería de la Reina, el mismo lugar donde en 1918 Jean Neuhaus creó los famosos pralinés belgas.

Bruselas
Galeries Saint Hubert
Galeries Saint Hubert

Orgullo y pasión

Las Galerías fueron inauguradas el 20 de junio de 1847, en plena época dorada de la economía de una Bélgica que apenas tenía 15 años de vida.

Eran el ejemplo y el orgullo de la burguesía enriquecida por la Revolución Industrial. Eran las galerías comerciales más largas, más altas y más a la moda del mundo. Una calle de lujo con una cubierta luminosa y espectacular...

Todo este derroche y esta opulencia, sin embargo, le llevaba todos los demonios a un joven alemán de 29 años que había asistido a los fastos de inauguración de las galerías con verdadera indignación.

Un personaje al que ahora vas a seguir, porque te va a conducir hasta el siguiente capítulo de nuestra historia. ¿Su nombre? Karl Marx. Y la historia sigue... en la Grand Place. Segunda visita, pues, al gran escenario, aunque ahora, como vas a ver enseguida, con otro sabor muy distinto.

Mapa del recorrido

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Mapa de Bruselas. Ilot Sacré

La guía del laberinto

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Sal de la Grand Place por la Rue de la Colline (la esquina donde está la chocolatería Godiva, a la derecha de la Maison du Roi) . Al final de la calle, a tu derecha encontrarás la Place du Marché aux Herbes (la plaza del mercado de las hierbas) y, saliendo de ella, la Plaza de España.

Luego regresa sobre tus pies y continúa por la Rue du Marché aux Herbes hasta la Petite Rue des Bouchers (repleta de restaurantes con carteles en la calle ya desde el inicio).

Atraviesa por "la selva" de menús del día y, más o menos en la mitad de la calle, está el minúsculo callejón que da paso al Museo de marionetas del Toone.

Cuando regreses, justo enfrente a la salida del callejón encontrarás el restaurante Aux Armes de Bruxelles, que llega hasta la esquina. Pues bien, justo en esta parte que está frente al callejón es donde estaba el club de jazz La Rose Noire.

Al final de la calle, breve desvío a la izquierda para entrar en el Impasse de la Fidélité, el territorio del Delirium Tremens y la Janneken Pis. Y luego, calle arriba (Rue des Bouchers) hasta la entrada lateral de las Galerías.

Recorre éstas primero por la izquierda, hasta salir un momento para llegar a la brasserie A la Morte Subite, y luego vuelve a entrar en ellas y recórrelas, ya sí, hasta el final. Estarás casi al inicio del recorrido.