La Place Royale y el Sablon

LA GUÍA DE BRUSELAS. 6

La Place Royale y Le Sablon.

La larga sombra de los espíritus

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Place Royale

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La Ciudad Alta es el reino de lo que hay y de lo que no hay. Es, de alguna manera, el reino de sus fantasmas. Aquí, dominando la ciudad, se levantó durante muchos siglos el imponente Palacio de los Duques de Bravante, que quedó completamente destruido y cuyos restos pisas cada vez que pasas por esta plaza. En él, curiosamente, se desarrollaron algunos de los acontecimientos más importantes de la historia de la monarquía española.

Aquí, en lo alto de la colina, estuvo durante 600 años el Palacio de Coudenberg, la residencia de los Duques de Bravante. Y aquí vivía el más poderoso de todos ellos en las largas temporadas que pasaba en Bruselas: el emperador Carlos V.

El lugar fue muy importante para él, porque marcó el principio y el fin de su reinado. Aquí residía cuando fue nombrado rey de España... y 40 años después, este mismo lugar fue el que eligió para, en un acto solemne y en presencia de todos los nobles de sus reinos, abdicar en su hijo Felipe II.

Carlos V hizo de Bruselas la capital de los Países Bajos españoles y dio a la ciudad su época de mayor esplendor. Con 56 años, cansado y con la sensación del deber cumplido, a finales de verano de 1556, el que había sido el monarca más poderoso de su tiempo emprendió desde aquí el que iba a ser su último viaje. Un larguísimo periplo que le llevaría hasta el Monasterio de Yuste, en Cáceres... donde iba a morir justo dos años después.

El palacio no existe porque fue devastado por un incendio casi 200 años después de la marcha del emperador, pero su "alma" sigue viva. Estás sobre él. Sus restos fueron utilizados para nivelar la plaza en la que estás, e incluso debajo de tus pies hay pasadizos que se salvaron y todavía hoy puedes recorrer. Pero por encima de todo, quedó esa especie de solemnidad que todavía hoy se sigue respirando aquí.

La Place Royale

El incendio del palacio dejó atónitos a los bruselenses. Hasta tal punto que durante 40 años la zona estuvo abandonada, como si a unos y a otros les costase trabajo aceptar que el intimidante Coudenberg había desaparecido para siempre.

Hasta que el gobernador de los ya entonces Países Bajos austríacos decidió mirar hacia el futuro. Y su decisión no fue reconstruir el palacio, sino crear algo totalmente nuevo. Surgió así esta plaza, abierta hacia la Ciudad Baja.

Place Royale BRUSELAS

La plaza se diseñó "a la última". Un exquisito espacio neoclásico, de fachadas sencillas, idénticas, blancas... y una iglesia en su centro (la iglesia de Santiago) para romper la monotonía. Una plaza con sólo tres lados (...y medio), para convertir el cuarto lado en un inmenso paisaje abierto hacia la Ciudad Baja... y más allá... Como si, en lugar de vigilarla, como había hecho el viejo palacio, quisiera acogerla...

La iglesia está más o menos en el mismo lugar donde se encontraba la capilla del palacio. Una capilla que, curiosamente, había escapado al incendio... pero que no pudo escapar a los nuevos tiempos... La capilla fue demolida para poder construir un espacio totalmente nuevo

Eran nuevos tiempos... ¡Y cómo...!... Aunque el gobernador no sabía todavía hasta qué punto...

Porque menos de 50 años después de terminarse la plaza, las escalinatas que hay delante de la fachada de la iglesia iban a ser escenario de un acontecimiento histórico que iba a cambiar las cosas para siempre: el 21 de julio de 1831 Leopold Georg Christian Friedrich von Sachsen-Coburg-Saalfeld se subía a ellas y prestaba solemne juramento a la recién redactada Constitución belga, y se convertía en Leopoldo I, el primer rey de Bélgica.

Aquí mismo, sobre las piedras (y el espíritu) de lo que durante siglos fue el mítico palacio de los Duques de Bravante, ese día nacía este país. Por primera vez, independiente. Y desde entonces, ése es el día de su Fiesta Nacional.

Todo ocurrió aquí mismo, y ese día esta plaza, convertida en un espectacular escenario (y casi hasta en un "altar cívico"), se ganó para siempre su sitio en la Historia. Ya nadie recordó el antiguo Coudenberg y pudo por fin descansar para siempre debajo del suelo que pisas... ¿o tal vez no?...

El mítico Godofredo de Bouillon

Para mostrar con orgullo las profundas raíces del nuevo país, en el centro de la plaza, permanentemente custodiada por los tranvías que van y vienen, se colocó la estatua de Godofredo de Bouillon, el mítico líder de la Primera Cruzada.

Godofredo, cuyo castillo (y cuya aventura) puedes revivir apenas a 150 kilómetros de esta plaza, en los míticos bosques de Bouillon, fue desde la Edad Media uno de los grandes personajes de la historia de Europa.

BRUSELAS
GODOFREDO DE BOUILLON

Nada menos que vendió su castillo para pagar los gastos de la Cruzada y, al frente de 40.000 hombres partió hacia Tierra Santa. Por el camino se unieron a otros ejércitos que habían partido de Francia e Italia y tres años después llegaron a las puertas de Jerusalén. Godofredo y sus hombres fueron los primeros en romper el sitio y unos días después era nombrado Rey de Jerusalén.

Él nunca aceptó el título, según cuentan porque no quería llevar una corona de rey allí donde Jesús había llevado una corona de espinas... Aceptó el título de defensor del Santo Sepulcro... Hoy en lo más alto del espectacular castillo de Bouillon sigue ondeando en su honor la bandera del Reino de Jerusalén.

El genial Magritte

Muy distinta historia tiene el edificio que tiene enfrente, que desde hace muy poco alberga el Museo Magritte.

El genial pintor surrealista René Magritte era bruselense y entre estas paredes se exhibe una interesantísima colección de sus obras que no deberías dejar de ver.

Magritte era el pintor de las nubes, de los inconfundibles burgueses con abrigo negro y bombín, de las ventanas y las farolas... Es el autor del famoso cuadro de una pipa con un cartel de "Esto no es una pipa"... Magritte sólo podía ser de Bruselas. Plenamente consciente de que las cosas no siempre son lo que parecen... ¡¡Pues claro que eso no es una pipa... eso es un cuadro!! Lo que ves es una ilusión... ... Sin embargo, todavía nos seguimos engañando y seguimos cayendo en la trampa... Seguimos empeñándonos en ver pipas donde sólo hay lienzos y manchas de colores... ¡Larga vida, maestro Magritte!

Museo Magritte

El Palacio Real

Si sales por un momento de la plaza por la izquierda (según miras hacia la iglesia) verás el nuevo Palacio Real.

Es relativamente reciente, se terminó a comienzos del siglo XX y fue construido para estar a la altura de la nueva monarquía.

Este no mira desde arriba a la ciudad baja como el viejo Coudenberg. Fiel reflejo de los nuevos tiempos, da la cara a una amplia plaza donde están los edificios del Parlamento (justo enfrente, al otro lado del parque) y del Gobierno.

Hoy es la plaza del poder político en Bélgica... aunque el rey no reside ni trabaja en ese palacio. Vive a las afueras, junto al Atomium, en el palacio de Laeken... al que también acabarás por ir...

Si acaso decidieras cruzar el parque e ir hacia la fachada del Parlamento, justo antes de salir de los jardines, te encontrarás con el delicioso Teatro Real del Parque, un pequeño edificio en el que no era raro ver a Victor Hugo porque en él representó varios papeles su amante la actriz Juliette Drouet.

El Sablon

Bien, es hora de volver a la Plaza Real para caminar hasta el vecino Sablon.

Al fondo de la calle puedes ver la enorme mole del Palacio de Justicia (ya tendrás ocasión más tarde de entrar en él). Camina en esa dirección por la Rue de la Regence. Antes de llegar pasarás por delante de los Museos de Bellas Artes. Dentro, buenas colecciones de arte flamenco y belga. Verás cuadros de Rubens... y de Pieter Bruegel el Viejo, uno de los grandes de los llamados "primitivos flamencos". Más adelante pasarás por la casa donde vivió, que todavía sigue existiendo.

El Sablon son en realidad dos plazas: el Petit Sablon a la izquierda y el Grand Sablon a la derecha, separadas por la calle por la que vas y unidas (al menos visualmente) por la espectacular iglesia gótica de Notre Dame du Sablon que de alguna manera las enlaza.

En tiempos estos era una zona pantanosa y más o menos insalubre, que fue evolucionando hasta convertirse hoy uno de los lugares más "chic" de la ciudad.

Notre Dame du Sablon

El Petit Sablon

Empieza por el Petit Sablon, un pequeño jardín que por alguna extraña razón parece como si allí el tiempo se hubiese congelado.

Fíjate en la verja que lo cierra. En lo alto de cada columna hay una escultura en bronce que representa a uno de los oficios antiguos de la ciudad, cada una completamente diferente de las demás. En total son 48 y contribuyen a darle a este espacio ese extraño encanto.

El jardín está presidido por una fuente con las esculturas de los duque de Egmont y Hoorn, aquéllos a los que el Duque de Alba mandó cortar la cabeza en la Grand Place.

Bruselas

Ésta fue la escultura que durante años estuvo en la Grand Place, justo en el lugar donde fueron ejecutados. Hoy tienen una vida más placentera en el lugar en el que los Egmon tenía su palacio. Es el que ves justo detrás de ellos.

Cuando te sientas en alguno de sus bancos y los observas tienes la sensación de que te transportas en el tiempo. Pero no al tiempo de ellos, sino a una especie de lugar en el que el tiempo hubiese dejado de existir. Y es que el lugar tiene un sosiego especial... como de parque antiguo...

No tienes en ningún momento la sensación de estar en el centro de una ciudad. Y notas como el tiempo se estira... se hace más lento...

Las puertas del jardín suelen cerrarse por la noche, pero no dejes de venir tras ponerse el sol. Las esculturas de piedra blanca que "escoltan" a la de ambos personajes tienen una iluminación peculiar que desde lejos les otorga una apariencia realmente espectral, como si cada día esperasen la llegada de ese momento para volver a la vida y escoltar el reposo de los mártires. Siempre que paso por aquí no puedo dejar de pensar en la escena del cementerio de la historia de Don Juan... Tendrás que contentarte con verlo a cierta distancia, desde fuera de las verjas, pero no te pierdas ese instante mágico.

Enfrente tienes la iglesia de Nuestra Señora del Sablon, una pequeña joya gótica en lo que en algún momento fueron las afueras de la ciudad. Si tienes la suerte de pasar por aquí un día soleado por la mañana no te pierdas el espectáculo de ver el interior bañado con los colores que produce el sol al entrar por las grandes vidrieras.

Bruselas

El Grand Sablon

En el extremo opuesto de la iglesia se extiende el Grand Sablon, un sitio "chic" para iniciados, el templo de los anticuarios, de las chocolaterías de lujo... y el sitio donde debe vivir y dejarse ver cualquier bo-bo (burgués-bohemio) que se precie.

Le Sablon Bruselas
Le Sablon Bruselas

Alrededor de la plaza están algunas de las mejores chocolaterías de la ciudad. Prácticamente imposible distinguir una chocolatería de una joyería. En dos lugares de la plaza, el rey Pierre Marcolini.

Nunca habrías pensado que podría haber tantas denominaciones de origen para tantos tipos distintos de chocolate... Ni tanto mimo para elaborarlo.

Puedes tomarte un chocolate caliente... pero ojo, sólo para paladares advertidos... con un contenido muy alto de cacao... También cuidadísimos pasteles artesanales elaborados allí mismo todos los días, macarons de todos los colores, a veces incluso recubiertos con finísimas virutas de auténtico oro...

Pero hay más, Godiva, Neuhaus, Wittamer, Leonidas... Y varios cafés y restaurantes...

Los fines de semana hay también un mercadillo de antigüedades en unas casetas de lona de rayas verdes y rojas, los colores de la bandera de Bruselas, justo al lado de la iglesia.

El Sablon, un rincón con sabor flamenco, del que no deberías marcharte sin pecar... aunque sea un poco.

De nuevo la Grand Place

Y después, con los "deberes" bien hechos, es hora de descender de nuevo hacia la Ciudad Baja callejeando, hasta llegar hasta la Grand Place. Ahora apenas te vas a detener en ella. Simplemente va a ser el punto de partida para el siguiente recorrido... Pero... ¿ibas a marcharte de ella sin llevarte un nuevo secreto?

Si prestas atención verás algo de lo que tal vez no te hayas dado cuenta en las dos visitas anteriores. Y es que muchas de las casas tienen una inscripción en su remate... con unas letras más grandes que otras. Sí... es un mensaje "secreto"... aunque bien es verdad que más como un juego que como un misterio. Elige sólo las letras de mayor tamaño y sustitúyelas por su valor en números romanos (I=1, V=5, L=50...). Luego suma cada "letra" de forma independiente. Te saldrá el año en el que fue construida la casa.

MARCOLLINI
Bruselas

Venga, haz la prueba con uno sencillo (...con permiso de las palomas). Es el que está en lo alto de la Casa de la Barca de Oro, la casa de la corporación de los sastres, en el número 25 de la plaza (es la casa que está justo a la derecha de la última en la que vivió Victor Hugo). La frase significa: "El sastre restaura la casa que un furor hostil había destruido por las llamas, y la dedica a las autoridades". El mensaje "secreto"... 1697... (5+5+1+50+1+5+5+1+1+5+500+5+1+500+1+5+5+500+1+100).

Hay quien dice que no... que eso es sólo una trampa del juego, y que lo que hay es realmente otro mensaje oculto, como en tantos otros lugares de la plaza... pero eso ya lo dejo en tus manos...

Ahora sí, cambiamos de registro. Porque ahora la historia va a dar un giro... Una vez que has vivido el solemne momento en que Bélgica nació como país, ha llegado la ocasión de ver lo que ocurrió cuando quiso ser mayor...

Mapa del recorrido

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Mapa de Bruselas:La Ciudad Alta

Por la zona noble

Empieza el recorrido en la Place Royale, haciendo un breve paréntesis hacia la izquierda (según miras hacia la iglesia) para ir hasta la Place des Palais donde están el Palacio y los jardines Reales.

Luego regresa a la Place Royale para ir por la Rue de la Régence hasta la iglesia de Nôtre Dame du Sablon. Cuando llegues, ve primero a la izquierda, a los jardines de Le Petit Sablon, y luego, enfrente, Le Grand Sablon.

Cuando finalices, desde Le Grand Sablon desciende hacia la Ciudad Baja por la Rue Lebeau y su prolongación Rue de l'Hôpital. Cuando llegues a la placita continúa por la Rue de la Violette y luego por la primera a la derecha, Rue des Chapeliers, que te lleva hasta la Grand Place.

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